Estos dos días que pasaron no sabía sinceramente que postear. No sabía que decir a raíz de la interna de la barra de River (creo que la decisión mas inteligente la tuvo Olé(?) abriendo los comentarios), porque la realidad es que no se puede decir mucho. Cualquier rumor o especulación que uno tenga sería mitificar un hecho repudiable. La realidad es que la interna de la barra de River es más conocida que las Aspirinetas(?) pero sería muy tonto quedarse solo en la superficie. Está mañana me desayuné con la presunta renuncia de Aguilar. En realidad el Gordo hace rato tuvo ese gesto de redactar su renuncia-testamento, que está como quien dice a disposición(?) de sus amigos Mario Israel, Julio Macchi y Domingo Diaz (creo que esto también es un mito porque necesitan de Aguilar hasta para atarse los zapatos y se sabe que una eventual renuncia es inaceptable ipso facto a menos que se trate de causas de fuerza mayor). Bueno la muerte de Gonzalo Acro no es un hecho menor. Es la confirmación del fracaso del último intento de la dirigencia por controlar la barra de River.
La pregunta es ¿que mecanismos hicieron que Aguilar sea presidente de River y Alan y Adrián los jefes de la barra brava?.
A fines de los 90, River era la institución mas ingobernable del país, con mas kioscos por m2 entre dirigentes, entrenadores y empresarios. La popular de River era un caldo de cultivo de cientos de robos, arrebatos, y todo tipo de violencia. Se tuvo que habilitar un nuevo sector de tribuna para los socios para que no sean víctimas de esas agresiones. Aguilar asume en Diciembre del 2001 como Delfín de Pintado, y practicamente todos los otros sectores políticos, en un club que en aquel momento estaba descabezado. Era el secretario general del club y el único dirigente de River en aquel momento que podía enhebrar tres palabras seguidas, y que (además) estaba limpio lo suficiente como para, por lo menos, arrancar una gestión sin sospechas (su "hermano gemelo" Mario Israel lo iba a acompañar en las sombras). Era el candidato que reunía la paradoja de ser al mismo tiempo, el ideal para servir de fachada para aquellos que querían continúar con los negociados, y el abanderado de todos aquellos que querían limpiar el club. En un error de cálculo y sin medir las consecuencias, Aguilar tomó varias decisiones apresuradas: Confió a Alán y a Adrián el apoyo de la dirigencia para limpiar la tribuna, cesanteó a Ramón Diaz y a Delem (a los que hizo culpables de todos los males, sin detenerse en pensar que gente inescrupulosa (dirigentes hasta el 2001), como Traversone y Grosso también querían afuera al riojano, y que el brasilero era un simple maestro artesano con vocación en el trabajo con los chicos) y trayendo al "ingeniero" Pellegrini. Lo cierto es que no se puede pasar de Turquía a Suiza en 24 horas. El "club social" que pretendía Aguilar era insostenible en los balances si el equipo de fútbol no respondía en la cancha. Para colmo se hizo de un enemigo (Mauricio Macri) que con el correr de los años y nuevos apoyos (los amigos rusos) iba a tomar mas protagonismo tanto en Boca y el fútbol, como en el país. Además tomó nuevos compromisos como terminar el estacionamiento, un equipo de River en la liga nacional de basquet, "gestos" que lo único que hacían era aumentar la presión institucional. Sumado todo esto al fracaso deportivo, la situación de River se empezó a resquebrajar a fines del 2005 (justo después de su reelección que se logró de manera absurda con el apoyo de la barra brava, el congelamiento de la cuota social, y un "técnico interino" en el primer equipo). Eran inviables proyectos deportivos de 6 meses con pretensión de títulos y cierres exitosos de balances. El mismo Aguilar que estaba orgulloso de vender a D'alessandro al Wolfsburgo sin comisionistas de por medio, tenía que vender a Mascherano y Lucho González, 24 meses despúes a una suerte de "agujero negro financiero". En River ya no había un peso. Macri era amigo de todos los empresarios que ponían plata para salvar a River, y sabía de donde salía toda esa plata. En pocos meses, River sufrió varias inspecciones de la AFIP. Para continuar con su guerra, Aguilar negoció a Belluschi con Lopez que ya había sido adquirido en un 50% por Boca. Es demasiado inocente Aguilar en pensar que gente que responde al dinero como Alan o a Adrián no se le pueden dar vuelta de la noche a la mañana y provocar si aparece un inversor bien dispuesto y con plata fresca, un descalabro institucional. Nadie sería acusado (en teoría) de traicionar a River si está en contra de una comisión que mantiene a River sin títulos desde hace mas de tres años. En la pelea de Alan con Adrián, que empezó por un vuelto que se quedó Alan en Alemania, Adrián fue el que se acercó a la dirigencia. No caben dudas de que la pelea en los quinchos perjudicó deportivamente a River y forzó la eliminación en primera ronda de la Libertadores, de un equipo deshabituado de jugar en su cancha. En el ojo de la tormenta, Aguilar. No caben dudas también que la muerte de Gonzalo (lugarteniente de Adrián) deja herida de muerte a está comisión en su intento por controlar la barra brava y detener el caos institucional.
El domingo vuelve el Burrito. Parece poco, pero es mucho y es la única ilusión a la que los hinchas de River de verdad nos podemos aferrar...
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